2011/05/22

Oportunidad de cambio (en la foresto industria cordobesa)



Por Martín Aguerre, para Diario La Nación

Fuera del núcleo de bosque de cultivo que comprende la Mesopotamia y el Delta, hay dos otros dos polos de magnitud suficiente: la región andino-patagónica (53 mil hectáreas) y la provincia de Córdoba (42 mil hectáreas). En el caso de Córdoba, se trata principalmente de plantaciones maduras, y aunque son de regular calidad son capaces de sustentar un sector industrial de mediana magnitud. No obstante, y a pesar de que esta provincia es el segundo mercado nacional en importancia para la madera aserrada de pino para la construcción, se estima que las forestaciones locales aportan menos de un 10% de la materia prima consumida.
Varias son las causas de esta situación: tras un fuerte impulso forestador en la década de los 70, y a pesar de los entusiastas esfuerzos de pioneros como Aldo Rudi y de la existencia de una amplia disponibilidad de tierras aptas, el ritmo de plantación se estancó en niveles de entre 500 y 1000 hectáreas anuales, que representan menos del 1% del total nacional.
En parte, esto respondió a algunos fracasos iniciales, producto del desconocimiento de la respuesta de algunas especies y de la necesidad de ajustar las densidades de plantación y el manejo silvicultural a las condiciones locales, pero también a una carencia de políticas nacionales de aliento a la forestación adaptadas a la realidad provincial, que impusieron altas densidades de plantación, lo que se tradujo en una masa de regular calidad.
Por su parte, los aserraderos muestran un atraso tecnológico importante con relación a sus similares mesopotámicos, especialmente en las áreas de secado a horno de la madera y de remanufacturas. En muchos casos la infraestructura es débil, lo que se evidencia en la falta de pisos de cemento en los tinglados y en escasez de galpones (necesarios para guardar remanufacturas de madera seca a horno). También falta mano de obra calificada, especialmente en afilado.
Estas debilidades de la industria local facilitaron la competencia de la madera de pino misionera, cuya oferta predomina en los principales rubros. No obstante, tras la devaluación la situación ha cambiado y se puede imaginar un futuro más promisorio para los aserraderos cordobeses.
El aumento de las exportaciones de madera mesopotámica ha aliviado la sobreoferta existente en el deprimido mercado nacional, lo que posibilitó la reactivación de los polos de Entre Ríos, Delta, Patagonia andina y Córdoba. Más importante aún, el aumento del gasoil provocó un incremento en el costo de los fletes, lo que se tradujo en un encarecimiento de la madera mesopotámica, favoreciendo a la oferta local. Este fenómeno es tan significativo en un producto de tan bajo valor unitario como la madera aserrada que está facilitando la colocación de productos cordobeses en los mercados regionales y aun en el Gran Buenos Aires. Como referencia basta señalar que un flete Misiones /CF cuesta unos $ 2200, frente a un costo de unos $ 1000 para un flete Córdoba /CF.
Por otra parte, a la demanda existente de madera de obra hay que agregarle una demanda potencial de maderas de latifoliadas decorativas por parte de la industria del mueble, que actualmente utiliza maderas importadas, lo que permitiría diversificar la producción forestal de la provincia.
En el presente existen condiciones apropiadas para consolidar este proceso. Se cuenta con un marco legal importante (la ley 25.080 de inversiones en bosques de cultivo); a nivel primario se han desarrollado técnicas silviculturales apropiadas a la región, y se dispone de material genético de mejor calidad. Los secaderos y otras maquinarias se producen en el país o en el Mercosur.
¿Qué falta? Políticas de promoción de las forestaciones que garanticen la continuidad del abastecimiento de las industrias y que tiendan a ampliar y diversificar la oferta de materia prima. Como en otros sectores, la falta de crédito es un grave obstáculo para la ampliación y el equipamiento de las industrias locales. Es por eso que el Estado provincial debería actuar como catalizador de tendencias procluster para que las Pyme foresto-industriales puedan aprovechar el enorme potencial tecnológico y de conocimientos disponible, para que se vuelque en programas de capacitación de mano de obra, de diseño de producto y de apoyo a la gestión empresarial.
El autor es gerente de la Asociación Forestal Argentina (AFOA)
Fuente: Diario La Nación.  11 de Enero de 2003.  Ver fuente: http://www.lanacion.com.ar/465121-oportunidad-de-cambio

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